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viernes, 18 de abril de 2025

"MÁS ALLÁ DE LA CRUZ" - Lámina / Texto / Audio.


 Fuente:

https://mivozestuvoz.net/2025/04/17/mas-alla-de-la-cruz-jeshua/


“MÁS ALLÁ DE LA CRUZ”

Audio: 8:40 minutos - https://www.youtube.com/watch?v=o708hzIS2Y8





TEXTO: “Amados míos: ¡Yo Soy Jesús!

Os hablo, no desde la imagen dolorosa que por siglos habéis sostenido, sino desde la plena conciencia de quien ha vencido a la muerte, desde la vibración pura del amor que trasciende toda forma, todo símbolo y todo sufrimiento. Hoy acudo a vosotros no para condenar vuestros ritos ni vuestra devoción, sino para mostraros con ternura el velo que todavía persiste en el corazón de muchos de vosotros cuando me mantenéis clavado en la cruz, una y otra vez, generación tras generación.


Vosotros que me amáis, aquellos que me recordáis con oraciones, cánticos y lágrimas, escuchadme bien: ¡Yo ya no estoy en la cruz! ¡No sigo allí! ¡Ya no sufro ni sangro! La cruz fue un instante, un tránsito, una puerta… Fue el acto final de una historia humana que acepté vivir por amor a la humanidad, para que vosotros ahora comprendierais el poder del perdón, la grandeza de la entrega, la luminosa realidad de que el espíritu no muere.


Pero, cuando al verme en el madero, solo veis dolor, culpa y castigo, os alejáis del propósito más elevado de mi vida entre vosotros. Cuando hacéis de mi cruz vuestro estandarte perpetuo, cuando la situáis en lo alto como recordatorio de una pena que ya fue redimida, estáis reteniendo una imagen incompleta de mí. Estáis perpetuando una vibración de sufrimiento que ya fue disuelta en la Luz de la Resurrección.


¡Yo no vine a enseñaros a sufrir, vine a enseñaros a amar!


La perseverancia en mantenerme clavado a la cruz nace de una herida que aún está abierta en la conciencia colectiva, una herida que no se atreve a sanar porque el dolor se ha confundido con el amor, la expiación con el castigo, la entrega con la pérdida. Pero el amor verdadero no precisa del sufrimiento para manifestarse. El verdadero amor no se alimenta de sangre ni de penas perpetuas. ¡El amor verdadero libera! Y es en esa libertad donde yo deseo que me encontréis ahora.


Yo estoy vivo en vosotros, en vuestro devenir, en vuestra compasión, en cada acto de bondad que ofrecéis sin esperar recompensa alguna. No estoy suspendido entre clavos, estoy caminando a vuestro lado cada vez que elegís la luz en lugar de la sombra, cada vez que os perdonáis unos a otros, cada vez que elegís la paz por encima del juicio.


Os animo a que os deshagáis de esa imagen mía sangrante y detenida, no como un rechazo, sino como un paso hacia una Verdad Mayor. Porque mientras sigáis viéndome como el crucificado, mantendréis viva una culpa que no os corresponde, un sacrificio que ya no es necesario, la distancia entre vosotros y el amor que sois.


Dejad caer los clavos del miedo, del castigo, de la penitencia sin fin. Descolgadme ya de la cruz y dejadme resucitar en vosotros como la presencia luminosa que siempre he sido. Yo soy el Cristo Vivo, no el muerto. Yo Soy la Conciencia Unificada, no la herida sangrante. Yo Soy el Abrazo del Padre y la Madre en vuestro interior, la certeza de que todo está cumplido y de que nada os separa de la Divinidad.


Y cuando veneréis la cruz, que sea con gratitud por el tránsito superado, no con pena por un sacrificio eterno. Que vuestra mirada sobre ella sea como la del sol naciente que no se detiene en la oscuridad de la noche sino que la trasciende. Porque allí donde el dolor cumplió su función, la luz debe continuar su curso.


Miradme con los ojos del alma, no con la nostalgia del drama. Escuchadme en el silencio donde no hay llanto, sino gozo profundo. Sentid mi presencia en vuestro pecho, no en las espinas de la memoria. Y sabed que cada vez que liberáis mi imagen del tormento, os estáis liberando a vosotros mismos de las cadenas invisibles del sufrimiento heredado.


No me recordéis clavado, porque eso es retener la vibración del martirio en vuestra conciencia. Es crear templos al sacrificio cuando yo os llamo a templos de resurrección. Es temer al amor porque fue confundido con la pérdida. Pero el amor no pierde. El amor florece, incluso en la muerte.


Os hablo desde el amor que no exige dolor. Desde el corazón que nunca dejó de abrazaros. Desde la compasión que jamás os juzgó, a pesar de que vosotros mismos os hayáis juzgado en mi nombre. Yo no os pido sacrificios ni penitencias, os pido que ampliéis la conciencia, una ampliación que empieza cuando os atrevéis a ver más allá del símbolo. Cuando os preguntáis si el recuerdo constante de una herida no se ha convertido en un impedimento para sanarla. Cuando dejáis que el Cristo Vivo sustituya al cristo lacerado en vuestro altar interior.


No destruyáis la cruz, pero transformad su significado. Que ya no sea signo de muerte, sino de vida nueva. Que ya no evoque dolor, sino esperanza. Que ya no os hable del castigo, sino de la promesa cumplida. Que no os recuerde vuestra supuesta indignidad, sino la certeza de que siempre habéis sido dignos del Amor Divino.


Vosotros sois mis hermanos y mis hermanas, no mis deudores. No me debéis nada. No deberíais seguir sufriendo en mi nombre, solo tendríais que recordar quiénes sois: los hijos e hijas de la misma Luz que yo manifesté.


Cuando os abrís al amor que no juzga, al perdón que libera, a la vida que renace, vosotros también sois el Cristo. Y por eso os pido, con ternura que os deshagáis de los clavos, que me descolguéis del madero, que cantéis no por mi muerte, sino por vuestra vida, que me miréis no con pena, sino con alegría. Porque yo estoy en medio de vosotros, vivo, atento, resplandeciente, esperando que también vosotros os atreváis a resucitar.


Con muchísimo amor, JESÚS”